Sequía, la tan temida palabra que protagoniza todas las noticias desde hace unos días. Tras una Semana Santa en la que España ha colgado el cartel de “lleno total”, nos hemos dado de bruces con ella y con una realidad muy preocupante que nos afecta a todos, pues del agua depende nuestra vida, nuestro bienestar y, por supuesto, también nuestra economía.
Pero, ¿qué podemos hacer los ciudadanos (los de a pie, los que no somos expertos, ni científicos, ni políticos) para conseguir que el agua sea el recurso que nos una y no una oportunidad más para la lucha entre regiones y posiciones políticas?
Aparte de las campañas de educación y sensibilización que llevan a cabo las distintas Administraciones o las empresas que se encargan de la gestión del agua, lo cierto es que la mayoría desconocemos que podemos participar en la planificación hidrológica, aunque también es cierto que son precisamente el déficit de participación y gobernanza algunos de los grandes desafíos a nivel mundial para asegurar una correcta y justa gestión del agua.
Existen infinidad de manifiestos, resoluciones, Libros Blancos o Verdes, tanto Internacionales como Nacionales, que alertan hace años de la necesidad de avanzar a un nuevo modelo de gobernanza del agua. La OCDE define la gobernanza como el conjunto de reglas prácticas y procesos (tanto formales como informales) políticos, institucionales y administrativos, a través de los cuales se toman e implementan decisiones, los actores pueden articular sus intereses y hacer que sus inquietudes sean consideradas, y los tomadores de decisiones rinden cuentas por su gestión del agua. En otras palabras, la gobernanza aborda el papel de las instituciones y las relaciones entre las organizaciones y los grupos sociales involucrados en la toma de decisiones relacionadas con el agua, tanto horizontalmente, entre diferentes sectores y entre áreas rurales y urbanas, como verticalmente, desde el nivel local al internacional. Como tal, la gobernanza es mucho más amplia que el gobierno, ya que busca incluir al sector privado, a la sociedad civil y a una amplia gama de diferentes actores con intereses en el uso y la gestión del agua. A pesar de todo, la puesta en práctica de estas recomendaciones no han sido lo suficientemente ágiles como para evitar llegar a esta situación de desconcierto y desconocimiento por parte de la mayor parte de la ciudadanía, que asiste perpleja a la reducción de un tema tan transcendental a meros debates electorales, a las informaciones sesgadas y a la falta de una planificación seria y consensuada, que tenga en cuenta sus necesidades presentes y futuras.
Desde FUNPASOS trabajamos para acercar el conocimiento a todos los actores involucrados en este complejo tema (nadie ha dicho que esto sea fácil ni que haya soluciones rápidas y mágicas) así como para abrir puentes de diálogo y entendimiento entre los que han de tomar decisiones y la sociedad en su conjunto. En definitiva, trabajamos para hacer posible una participación real de los ciudadanos en los asuntos públicos.